Oficina de enlace del Gran Ayatolá Sayyid Ali Al Sistani (L.M.H.L) en Londres, Europa, América del Norte y del Sur.

Hud

¡En el nombre de Alá, el Compasivo, el Misericordioso!

´lr. He aquí una Escritura cuyas aleyas han sido hechas unívocas y, luego, explica das detalladamente, y que procede de Uno Que es sabio, Que está bien informado. (1)

¡Que no sirváis sino a Alá! Yo soy para vosotros, de parte Suya, un monitor y nuncio de buenas nuevas. (2)

Y ¡que pidáis perdón a vuestro Señor y, luego, os volváis a Él! Os permitirá, entonces, disfrutar bien por un tiempo determinado y concederá Su favor a todo favorecido. Pero, si volvéis la espalda, temo por vosotros el castigo de un día terrible. (3)

Volveréis a Alá. Es omnipotente. (4)

Se repliegan en sí mismos para sustraerse a Él. Aunque se cubran con la ropa, Él sabe lo que ocultan y lo que manifiestan: sabe bien lo que encierran los pechos. (5)

No hay bestia sobre la tierra a cuyo sustento no provea Alá, Que conoce su madriguera y su depósito: todo está en una Escritura clara. (6)

Él es Quien ha creado los cielos y la tierra en seis días, teniendo Su Trono en el agua, para probaros, para ver quién de vosotros es el que mejor se comporta. Si dices: «Seréis resucitados después de muertos», seguro que los infieles dicen: «Esto no es más que manifiesta magia». (7)

Si retrasamos su castigo hasta un momento dado, seguro que dicen: «¿Qué es lo que lo impide ?» El día que les llegue no se les alejará de él y se verán cercados por aquello de que se burlaban. (8)

Si hacemos gustar al hombre una misericordia venida de Nosotros y luego le privamos de ella, está completamente desesperado, desagradecido. (9)

Si le hacemos gustar una dicha., luego de haber sufrido una desdicha, seguro que dice: «¡Se han alejado de mí los males!» Sí, se regocija, se ufana. (10)

En cambio, quienes sean pacientes y obren bien, obtendrán perdón y una gran recompensa. (11)

Tú, quizás, omitirías parte de lo que se te ha revelado -y te angustias por ello- porque dicen: «¿Por qué no se le ha enviado abajo un tesoro o le ha acompañado un ángel?» Pero tú no eres más que un monitor. Y Alá vela por todo... (12)

O dicen: «Él lo ha inventado». Di: «Si es verdad lo que decís, ¡traed diez suras como él, inventadas, y llamad a quien podáis, en lugar de llamar a Alá!» (13)

Y si no os escuchan, sabed que ha sido revelado con la ciencia de Alá y que no hay más dios que Él. ¿Os someteréis, pues, a Él? (14)

A quienes hayan deseado la vida de acá y su ornato, les remuneraremos en ella con arreglo a sus obras y no serán defraudados en ella. (15)

Ésos son los que no tendrán en la otra vida más que el Fuego. Sus obras no fructificarán y será vano lo que hayan hecho. (16)

¿Es que quien se basa en una prueba clara venida de su Señor, recitada por un testigo de Éste...? Antes de él, laEscritura de Moisés servía de guía y de misericordia. Ésos creen en ella. Quien de los grupos no cree en ella tiene el Fuego como lugar de cita. Tú no dudes de ella. Es la Verdad venida de tu Señor. Pero la mayoría de los hombres no creen. (17)

¿Hay alguien más impío que quien inventa una mentira contra Alá? Esos tales serán conducidos ante su Señor y los testigos dirán: «Éstos son los que mintieron contra su Señor». ¡Sí! ¡Que la maldición de Dios caiga sobre los impíos, (18)

que desvían a otros del camino de Alá, deseando que sea tortuoso, y no creen en la otra vida! (19)

No pudieron escapar en la tierra ni tuvieron, fuera de Alá, amigos. Se les doblará el castigo. No podían oír y no veían. (20)

Ésos son los que se han perdido a sí mismos. Se han esfumado sus invenciones... (21)

¡En verdad, en la otra vida serán los que más pierdan! (22)

Pero quienes crean, obren bien y se muestren humildes para con su Señor, ésos morarán en el Jardín eternamente. (23)

Estas dos clases de personas son como uno ciego y sordo y otro que ve y oye. ¿Son similares? ¿Es que no os dejaréis amonestar? (24)

Y ya enviamos Noé a su pueblo: «Soy para vosotros un monitor que habla claro: (25)

¡No sirváis sino a Alá! Temo por vosotros el castigo de un día doloroso». (26)

Los dignatarios de su pueblo, que no creían, dijeron: «No vemos en ti más que un mortal como nosotros y no vemos que nadie te siga sino la hez de nuestro pueblo, que lo hace irreflexivamente. Ni vemos que gocéis de ningún privilegio sobre nosotros. Antes bien, creemos que mentís». (27)

Dijo: «¡Pueblo! ¿Qué os parece? Si yo me baso en una prueba clara venida de mi Señor -que me ha hecho objeto de una misericordia venida de Él-, y que vosotros, en vuestra ceguera, no percibís, ¿deberemos imponérosla a despecho vuestro? (28)

¡Pueblo! No os pido hacienda a cambio -mi salario incumbe sólo a Alá- y no voy a rechazar a quienes creen. Sí, encontrarán a su Señor. Pero veo que sois un pueblo ignorante. (29)

¡Pueblo! Si les rechazo, ¿quién me auxiliará contra Alá? ¿Es que no os dejaréis amonestar? (30)

Yo no pretendo poseer los tesoros de Alá, ni conozco lo oculto, ni pretendo ser un ángel. Yo no digo a los que vosotros despreciáis que Alá no les reserva ningún bien. Alá conoce bien sus pensamientos. Si tal dijera, sería de los impíos». (31)

Dijeron: «¡Noé! No paras de discutir con nosotros. ¡Tráenos, pues, aquello con que nos amenazas, si es verdad lo que dices!» (32)

Dijo: «Sólo Alá hará que se cumpla, si Él quiere, y no podréis escapar». (33)

«Si yo quisiera aconsejaros, mi consejo no os serviría de nada si Alá quisiera descarriaros. Él es vuestro Señor y seréis devueltos a Él». (34)

O dicen: «Él lo ha inventado». Di:«Si yo lo he inventado, ¡caiga sobre mí mi pecado! Pero soy inocente de lo que me imputáis». (35)

Y se reveló a Noé: «De tu pueblo sólo creerán los que ya creían. ¡No te aflijas, pues, por lo que hicieren! (36)

¡Construye la nave bajo Nuestra mirada y según Nuestra inspiración y no me hables de los que han obrado impíamente! ¡Van a ser anegados!» (37)

Y, mientras construía la nave, siempre que pasaban por allí dignatarios de su pueblo se burlaban de él. Decía: «Si os burláis de nosotros, ya nos burlaremos de vosotros como os burláis. (38)

Veréis quién recibirá un castigo humillante y sobre quién se abatirá un castigo permanente» (39)

Hasta que, cuando vino Nuestra orden y el horno hirvió, dijimos: «Carga en ella a una pareja de cada especie, a tu familia -salvo a aquél cuya suerte ha sido ya echada- y a los creyentes»,. Pero no eran sino pocos los que con él creían. (40)

Dijo: «¡Subid a ella! ¡Que navegue y llegue a buen puerto en el nombre de Alá! Mi Señor es, ciertamente, indulgente, misericordioso». (41)

Y navegó con ellos entre olas como montañas. Noé llamó a su hijo, que se había quedado aparte: «¡Hijito! ¡Sube con nosotros, no te quedes con los infieles!» (42)

Dijo: «Me refugiaré en una montaña que me proteja del agua». Dijo: «Hoy nadie encontrará protección contra la orden de Alá, salvo aquél de quien Él se apiade». Se interpusieron entre ambos las olas y fue de los que se ahogaron. (43)

Y se dijo: «¡Traga, tierra, tu agua! ¡Escampa, cielo!», Y el agua fue absorbida, se cumplió la orden y se posó en el Chudi. Y se dijo: «¡Atrás el pueblo impío!» (44)

Noé invocó a su Señor y dijo: «¡Señor! Mi hijo es de mi familia. Lo que Tú prometes es verdad. Tú eres Quien mejor decide». (45)

Dijo: «¡Noé! ¡Él no es de tu familia! ¡Es un acto incorrecto! ¡No me pidas algo de lo que no tienes conocimiento! Te prevengo: ¡no seas de los ignorantes!» (46)

Dijo: «¡Señor, líbrame de pedirte algo de lo que no tengo conocimiento! Si Tú no me perdonas y Te apiadas de mí, seré de los que están perdidos...» (47)

Se dijo: «¡Noé! ¡Desembarca con paz venida de Nosotros y con bendiciones sobre ti y las comunidades que desciendan de quienes te acompañan. Hay comunidades a las que dejaremos que gocen por breve tiempo. Luego, les castigaremos severamente». (48)

Esto forma parte de las historias referentes a lo oculto que Nosotros te revelamos. No las conocías antes tú, ni tampoco tu pueblo. ¡Ten paciencia, pues! ¡El fin es para los que temen a Alá! (49)

Y a los aditas su hermano Hud. Dijo: «¡Pueblo! ¡Servid a Alá! No tenéis a ningún otro dios que a Él. No hacéis más que inventar. (50)

¡ Pueblo! No os pido salario a cambio. Mi salario incumbe sólo a Aquél Que me ha creado. ¿Es que no razonáis? (51)

Y, ¡pueblo!, ¡pedid perdón a vuestro Señor y, luego, volveos a Él! Enviará sobre vosotros del cielo una lluvia abundante y os fortalecerá. ¡No volváis la espalda como pecadores!» (52)

Dijeron: «¡Hud! ¡No nos has traído ninguna prueba clara! ¡No vamos a dejar a nuestros dioses porque tú lo digas! ¡No tenemos fe en ti! (53)

Lo único que decimos es que uno de nuestros dioses te ha causado mal». Dijo: «¡Pongo a Alá por testigo y sed vosotros también testigos de que soy inocente de lo que vosotros asociáis (54)

en lugar de Él! ¡Urdid algo todos contra mí y no me hagáis esperar!» (55)

Yo confío en Alá, mi Señor y Señor vuestro. ¡No hay ser que no dependa de Él! Mi Señor está en una vía recta. (56)

Si volvéis la espalda... yo ya os he comunicado aquello con que he sido enviado a vosotros. Mi Señor hará que os suceda otro pueblo y no podréis hacerle ningún daño. ¡Mi Señor todo lo vigila! (57)

Cuando vino Nuestra orden, salvamos por una misericordia venida de Nosotros a Hud y a los que con él creyeron y les libramos de un duro castigo. (58)

Así eran los aditas. Negaron los signos de su Señor y desobedecieron a Sus enviados, siguiendo, en cambio, las órdenes de todo tirano desviado. (59)

En la vida de acá fueron perseguidos por una maldición y también lo serán el día de la Resurreción. ¡No! ¡Los aditas no creyeron en su Señor! ¡Sí! ¡Atrás los aditas, pueblo de Hud! (60)

Y a los tamudeos su hermano Salih. Dijo: «¡Pueblo! ¡Servid a Alá! No tenéis a ningún otro dios que a Él. Él os ha creado de la tierra y os ha establecido en ella. ¡Pedidle perdón! Luego, ¡volveos a Él! Mi Señor está cerca, escucha». (61)

Dijeron: «¡Salih! habíamos puesto en ti hasta ahora nuestra esperanza. ¿Nos prohíbes que sirvamos lo que servían nuestros padres? Dudamos seriamente de aquello a que nos llamas». (62)

Dijo: «¡Pueblo! ¿Qué os parece? Si yo me baso en una prueba clara venida de mi Señor, Que me ha hecho objeto de una misericordia venida de Él, ¿quién me auxiliará contra Alá si Le desobedezco? No haríais sino aumentar mi perdición. (63)

Y, ¡pueblo!, ésa es la camella de Alá, que seá signo para vosotros. ¡Dejadla que pazca en la tierra de Alá y no le hagáis mal! Si no, os alcanzará pronto un castigo». (64)

Pero la desjarretaron y dijo: «¡Gozad aún de vuestros bienes durante tres días! Es una amenaza que no dejará de cumplirse». (65)

Y, cuando vino Nuestra orden, preservamos por una misericordia venida de Nosotros a Salih y a los que con él creyeron del oprobio de aquel día. Tu Señor es el Fuerte, el Poderoso. (66)

El Grito sorprendió a los que habían sido impíos y amanecieron muertos en sus casas, (67)

como si no hubieran habitado en ellas. ¡No! ¡Los tamudeos no creyeron en su Señor! ¡Sí! ¡Atrás los tamudeos! (68)

Y ya trajeron nuestros enviados la buena nueva a Abraham. Dijeron: «¡Paz!» Dijo: «¡Paz!» Y no tardó en traer un ternero asado. (69)

Y cuando vio que sus manos no lo tocaban, sospechó de ellos y sintió temor de ellos. Dijeron: «¡No temas! Se nos ha enviado al pueblo de Lot». (70)

Su mujer estaba presente y se rió. Y le anunciamos la buena nueva de Isaac y, después de la de Isaac, la de Jacob. (71)

Dijo ella: «¡Ay de mí! ¿Voy a dar a luz ahora que soy tan vieja y este mi marido» tan viejo? ¡Ciertamente, esto es algo asombroso!» (72)

«¿Te asombras de la orden de Alá?» dijeron. «¡Que la misericordia de Alá y Sus bendiciones sean sobre vosotros, gente de la casa! ¡Es digno de ser alabado, glorificado!» (73)

Y cuando el temor de Abraham se hubo desvanecido y recibió la buena noticia, se puso a discutir con Nosotros sobre el pueblo de Lot. (74)

Abraham era, ciertamente, benigno, tierno, estaba arrepentido. (75)

«¡Abraham! ¡Deja de defenderles! ¡Ha llegado la orden de tu Señor y recibirán un castigo ineludible!» (76)

Y cuando Nuestros enviados vinieron a Lot, éste se afligió por ellos y se sintió impotente para protegerles. Dijo: «¡Este es un día terrible!» (77)

Su pueblo, que solía antes cometer el mal, corrió a Lot, que dijo: «¡Pueblo! ¡Aquí tenéis a mis hijas. Son más puras para vosotros. ¡Temed a Alá y no me avergoncéis en mis huéspedes! ¿No hay entre vosotros un hombre honrado? (78)

Dijeron: «Ya sabes que no tenemos ningún derecho a tus hijas. Tú ya sabes lo que queremos...» (79)

Dijo: «¡Ah! Si os pudiera... o si pudiera recurrir a un apoyo fuerte...» (80)

Dijeron: «¡Lot! ¡Somos los enviados de tu Señor! ¡No se llegarán a ti! ¡Ponte en camino con tu familia durante la noche y que ninguno de vosotros se vuelva! Tu mujer, sí que se volverá y le alcanzará el mismo castigo que a ellos. Esto les ocurrirá al alba. ¿No está cercana el alba?» (81)

Y cuando vino Nuestra orden, la volvimos de arriba abajo e hicimos llover sobre ella piedras de arcilla a montones, (82)

marcadas junto a tu Señor. Y no está lejos de los impíos. (83)

Y a los madianitas su hermano Suayb. Dijo: «¡Pueblo! ¡Servid a Alá! No tenéis a ningún otro dios que a Él. ¡No defraudéis en la medida ni en el peso! Os veo en el bienestar, pero temo por vosotros el castigo de un día de alcance universal. (84)

Y, ¡pueblo!, ¡dad la medida y el peso equitativos! ¡No defraudéis a los demás en sus bienes! ¡No obréis mal en la tierra corrompiendo! (85)

Lo que Alá os deja es mejor para‚ vosotros, si es que sois creyentes. Y yo no soy vuestro custodio» (86)

Dijeron: «¡Suayb! ¿Acaso te ordena tu religión que dejemos lo que nuestros padres servían o que dejemos de utilizar libremente nuestra hacienda? Tú eres, ciertamente, el benigno, el honrado». (87)

Dijo: «¡Pueblo! ¿Qué os parece? Si yo me baso en una prueba clara venida de mi Señor y Él me provee de un bello sustento venido de Él... Yo no pretendo contrariaros cuando os prohíbo algo. No pretendo sino reformaros en la medida de mis posibles. Mi éxito no depende sino de Alá. En Él confío y a Él me vuelvo arrepentido. (88)

Y ¡pueblo!, ¡que la oposición a mí no os cause los mismos males que alcanzaron al pueblo de Noé o al pueblo de Hud o al pueblo de Salih! Y el pueblo de Lot no está lejos de vosotros. (89)

¡Pedid perdón a vuestro Señor! Luego, ¡volveos a Él Mi Señor es misericordioso. lleno de amor». (90)

Dijeron: «¡Suayb! No entendemos mucho de lo que dices. Entre nosotros se te tiene por débil. Si no hubiera sido por tu clan, te habríamos lapidado. No nos impresionas». (91)

Dijo: «¡Pueblo! ¡Os impresiona mi clan más que Alá, a Quien habéis pospuesto con desprecio? Mi Señor abarca todo lo que hacéis. (92)

¡Pueblo! ¡Obrad según vuestra situación! Yo también obraré... Veréis quién va a recibir un castigo humillante y quién es el que miente... ¡Vigilad! Yo también vigilaré con vosotros». (93)

Cuando vino Nuestra orden, salvamos por una misericordia venida de Nosotros a Suayb y a los que con él creían. El Grito sorprendió a los que habían sido impíos y amanecieron muertos en sus casas, (94)

como si no hubieran habitado en ellas. ¡Sí! Atrás los madianitas! como también se había dicho a los tamudeos. (95)

Y ya enviamos a Moisés con Nuestros signos y con una autoridad manifiesta (96)

a Faraón y a sus dignatarios. Pero éstos siguieron la orden de Faraón. Y la orden de Faraón no era sensata. (97)

El día de la Resurreción, precederá a su pueblo y le conducirá a beber al Fuego. ¡Qué mal abrevadero...! (98)

En esta vida fueron perseguidos por una maldición y lo serán también el día de la Resurrección. ¡Qué mal regalo...! (99)

Te contamos estas cosas de las ciudades: algunas de ellas están aún en pie, otras son rastrojo. (100)

No hemos sido Nosotros quienes han sido injustos con sus habitantes, sino que ellos lo han sido consigo mismos. Sus dioses, a los que invocaban, en lugar de invocar a Alá, no les sirvieron de nada cuando vino la orden de tu Señor. No hicieron sino aumentar su perdición. (101)

Así castiga tu Señor cuando castiga las ciudades que son impías. Su castigo es doloroso, severo. (102)

Ciertamente, hay en ello un signo para quien teme el castigo de la otra vida. Ése es un día en que todos los hombres serán congregados, un día que todos presenciarán. (103)

No lo retrasaremos sino hasta el plazo fijado. (104)

El día que esto ocurra nadie hablará sino con Su permiso. De los hombres, unos serán desgraciados, otros felices. (105)

Los desgraciados estarán en el Fuego, gimiendo y bramando, (106)

eternamente, mientras duren los cielos y la tierra, a menos que tu Señor disponga otra cosa. Tu Señor hace siempre lo que quiere. (107)

Los felices, en cambio, estarán en el Jardín, eternamente, mientras duren los cielos y la tierra, a menos que tu Señor disponga otra cosa. Será un don ininterrumpido. (108)

No vivas con dudas respecto a lo que sirven esas gentes. No sirven sino como servían antes sus padres. Vamos a darles, sin mengua, la parte que les corresponde. (109)

Y ya dimos a Moisés la Escritura, pero discreparon acerca de ella y, si no llega a ser por una palabra previa de tu Señor, ya se habría decidido entre ellos. Y ellos dudan seriamente de ella. (110)

Ciertamente, tu Señor remunerará a todos sus obras sin falta. Está bien informado de lo que hacen. (111)

Sé recto como se te ha ordenado y lo mismo los que, contigo, se arrepientan. ¡No seáis rebeldes! Él ve bien lo que hacéis. (112)

¡Y no os arriméis a los impíos, no sea que el fuego os alcance! No tenéis, fuera de Alá amigos. Luego, no seréis auxiliados. (113)

Haz la azalá en las dos horas extremas del día y en las primeras de la noche. Las buenas obras disipan las malas. Ésta es una amonestación para los que recuerdan. (114)

¡Y ten paciencia! Alá no deja de remunerar a quienes hacen el bien. (115)

Entre las generaciones que os precedieron, ¿por qué no hubo gentes virtuosas que se opusieran a la corrupción en la a tierra, salvo unos pocos que Nosotros salvamos, mientras que los impíos persistían en el lujo en que vivían y se hacían culpables? (116)

No iba tu Señor a destruir las ciudades injustamente mientras sus poblaciones se portaban correctamente. (117)

Tu Señor, si hubiera querido, habría hecho de los hombres una sola comunidad. Pero no cesan en sus discrepancias, (118)

salvo aquéllos que han sido objeto de la misericordia de tu Señor, y por eso los ha creado. Se ha cumplido la palabra de tu Señor: «¡He de llenar la gehena de genios y de hombres, de todos ellos!» (119)

Te contamos todo esto, sacado de las historias de los enviados, para confirmar tu corazón. Así te llegan, con ellas, la Verdad, una exhortación y una amonestación para los creyentes. (120)

Y di a los que no creen: «¡Obrad según vuestra situación! Nosotros también obraremos.... (121)

¡Y esperad! ¡Nosotros esperamos!» (122)

A Alá pertenece lo oculto de los cielos y de la tierra. Él es el fin de todo. ¡Sírvele! ¡Confía en Él! Tu Señor está atento a lo que hacéis. (123)