Oficina de enlace del Gran Ayatolá Sayyid Ali Al Sistani (L.M.H.L) en Londres, Europa, América del Norte y del Sur.

Los poetas (Ach chóara)

¡En el nombre de Alá, el Compasivo, el Misericordioso!

tsm. (1)

Éstas son las aleyas de la Escritura sabia. (2)

Tú, quizá, te consumas de pena porque no creen. (3)

Si quisiéramos, haríamos bajar del cielo sobre ellos un signo y doblarían ante él la cerviz. (4)

No les llega una nueva amonestación del Compasivo que no se aparten de ella. (5)

Han desmentido, pero recibirán noticias de aquello de que se burlaban. (6)

¿No han visto cuánta especie generosa de toda clase hemos hecho crecer en la tierra? (7)

Ciertamente, hay en ello un signo, pero la mayoría no creen. (8)

En verdad, tu Señor es el Poderoso, el Misericordioso. (9)

Y cuando tu Señor llamó a Moisés: «Ve al pueblo impío, (10)

al pueblo de Faraón. ¿No van a temerme ?» (11)

Dijo: «¡Señor! Temo que me desmientan. (12)

Me angustio, se me traba la lengua. ¡Envía por Aarón! (13)

Me acusan de un crimen y temo que me maten». (14)

Dijo: «¡No! ¡Id los dos con Nuestros signos! Estamos con vosotros, escuchamos. (15)

Id a Faraón y decid: ´¡Nos ha enviado el Señor del universo: (16)

¡Deja marchar con nosotros a los Hijos de Israel!´» (17)

Dijo: «¿No te hemos educado, cuando eras niño, entre nosotros? ¿No has vivido durante años de tu vida entre nosotros? (18)

Desagradecido, hiciste lo que hiciste» (19)

Dijo: «Lo hice cuando estaba extraviado. (20)

Tuve miedo de vosotros y me escapé. Mi Señor me ha regalado juicio y ha hecho de mí uno de los enviados. (21)

¿Es ésta una gracia que me echas en cara, tú que has esclavizado a los Hijos de Israel?» (22)

Faraón dijo: «Y ¿qué es ´el Señor del universo´?» (23)

Dijo: «Es el Señor de los cielos, de la tierra y de lo que entre ellos está. Si estuvierais convencidos...» (24)

Dijo a los circunstantes: «¡Habéis oído?» (25)

Dijo. «Es vuestro Señor y Señor de vuestros antepasados...» (26)

Dijo: «¡El enviado que se os ha mandado es; ciertamente, un poseso!» (27)

Dijo: «...el Señor del Oriente y del Occidente y de lo que entre ellos está. Si razonarais...» (28)

Dijo: «¡Si tomas por dios a otro diferente de mí, he de enviarte a la cárcel!» (29)

Dijo: «¿Y si te trajera algo claro?» (30)

Dijo: «¡Tráelo‚ si es verdad lo que dices!» (31)

Moisés tiró su vara y he aquí que ésta se convirtió en una auténtica serpiente. (32)

Sacó su mano y he aquí que apareció blanca a los ojos de los presentes. (33)

Dijo a los dignatarios que le rodeaban: «Sí, éste es un mago muy entendido, (34)

que quiere expulsaros de vuestra tierra con su magia. ¿Qué ordenáis?» (35)

Dijeron: «Dales largas, a él y a su hermano, y envía a las ciudades a agentes que convoquen, (36)

que te traigan a los magos más entendidos, a todos». (37)

Los magos fueron convocados para una determinada hora del día convenido (38)

y se dijo a la gente: «¿No queréis asistir? (39)

Quizás, así, sigamos a los magos, si son ellos los que ganan» (40)

Cuando llegaron los magos dijeron a Faraón: «Si ganamos, recibiremos una recompensa, ¿no?» (41)

Dijo: «¡Sí! Y seréis entonces, ciertamente, de mis allegados». (42)

Moisés les dijo: «¡Tirad lo que vayáis a tirar!» (43)

Y tiraron sus cuerdas y varas, y dijeron: «¡Por el poder de Faraón, que venceremos!» (44)

Moisés tiró su vara y he aquí que ésta engulló sus mentiras. (45)

Y los magos cayeron prosternados. (46)

Dijeron: «¡Creemos en el Señor del universo, (47)

el Señor de Moisés y de Aarón!» (48)

Dijo: «¡Le habéis creído antes de que yo os autorizara a ello! ¡Es vuestro maestro, que os ha enseñado la magia! ¡Vais a ver! ¡He de haceros amputar las manos y los pies opuestos! ¡Y he de haceros crucificar a todos!» (49)

Dijeron: «¡No importa! ¡Nos volvemos a nuestro Señor! (50)

Anhelamos que nuestro Señor nos perdone nuestros pecados, ya que hemos sido los primeros en creer». (51)

E inspiramos a Moisés: «¡Parte de noche con Mis siervos! ¡Seréis perseguidos!» (52)

Faraón envió a las ciudades a agentes que convocaran: (53)

«Son una banda insignificante (54)

y, ciertamente, nos han irritado. (55)

Nosotros, en cambio, somos todo un ejército y estamos bien prevenidos». (56)

Les expulsamos de sus jardines y fuentes, (57)

de sus tesoros y suntuosas residencias. (58)

Así fue, y se lo dimos en herencia a los Hijos de Israel. (59)

A la salida del sol, les persiguieron. (60)

Cuando los dos grupos se divisaron, dijeron los compañeros de Moisés: «¡Nos ha alcanzado!» (61)

Dijo: «¡No! ¡Mi Señor está conmigo, el me dirigirá!» (62)

E inspiramos a Moisés: «¡Golpea el mar con tu vara!» El mar, entonces, se partió y cada parte era como una imponente montaña. (63)

Hicimos que los otros se acercaran allá, (64)

y salvamos a Moisés y a todos los que con él estaban. (65)

Luego, anegamos a los otros. (66)

Ciertamente, hay en ello un signo, pero la mayoría no creen. (67)

¡Sí, tu Señor es el Poderoso, el Misericordioso! (68)

¡Cuéntales la historia de Abraham! (69)

Cuando dijo a su padre y a su pueblo: «¿Qué servís?» (70)

Dijeron: «Servimos a ídolos y continuaremos entregándonos a su culto». (71)

Dijo: «Y ¿os escuchan cuando les invocáis? (72)

¿Pueden aprovecharos o haceros daño?» (73)

Dijeron: «¡No, pero encontramos que nuestros antepasados hacían lo mismo!» (74)

Dijo: «¿Y habéis visto lo que servíais, (75)

vosotros y vuestros lejanos antepasados? (76)

Son mis enemigos, a diferencia del Señor del universo. (77)

Que me ha creado y me dirige, (78)

me da de comer y de beber, (79)

me cura cuando enfermo, (80)

me hará morir y, luego, me volverá a la vida, (81)

de Quien anhelo el perdón de mis faltas el día del Juicio. (82)

¡Señor! ¡Regálame juicio y reúneme con los justos! (83)

¡Haz que tenga una buena reputación en mi posteridad! (84)

¡Cuéntame entre los herederos del Jardín de la Delicia! (85)

¡Perdona a mi padre, estaba extraviado! (86)

No me avergüences el día de la Resurrección, (87)

el día que no aprovechen hacienda ni hijos varones, (88)

excepto a quien vaya a Alá con corazón sano». (89)

El Jardín será acercado a quienes hayan temido a Alá (90)

y el fuego de la gehena aparecerá ante los descarriados. (91)

Se les dirá: «¿Dónde está lo que servíais (92)

en lugar de servir a Alá? ¿Pueden auxiliaros o auxiliarse a sí mismos?» (93)

Ellos y los descarriados serán precipitados en él, (94)

así como las huestes de Iblis, todas. (95)

Ya en él dirán mientras disputan: (96)

«¡Por Alá, que estábamos, sí, evidentemente extraviados (97)

cuando os equiparábamos al Señor del universo! (98)

Nadie sino los pecadores nos extraviaron (99)

y, ahora, no tenemos a nadie que interceda, (100)

a ningún amigo ferviente. (101)

Si pudiéramos volver para ser creyentes...» (102)

Ciertamente, hay en ello un signo, pero la mayoría no creen. (103)

Tu Señor es, ciertamente, el Poderoso, el Misericordioso. (104)

El pueblo de Noé desmintió a los enviados. (105)

Cuando su hermano Noé les dijo: «¿Es que no vais a temer a Alá? (106)

Tenéis en mí a un enviado digno de confianza. (107)

¡Temed, pues, a Alá y obedecedme! (108)

No os pido por ello ningún salario. Mi salario no incumbe sino al Señor del universo. (109)

¡Temed, pues, a Alá y obedecedme!» (110)

Dijeron: «¿Vamos a creerte a ti, siendo así que son los más viles los que te siguen?» (111)

Dijo: «¿Y qué sé yo de sus obras? (112)

Sólo a mi Señor tienen que dar cuenta. Si os dierais cuenta... (113)

¡No voy yo a rechazar a los creyentes! (114)

¡Yo no soy más que un monitor que habla claro!» (115)

Dijeron: «¡Noé! Si no paras, ¡hemos de lapidarte!» (116)

Dijo: «¡Señor! Mi pueblo me desmiente. (117)

¡Falla, pues, entre yo y ellos, y sálvame, junto con los creyentes que están conmigo!» (118)

Les salvamos, pues, a él y a quienes estaban con él en la nave abarrotada. (119)

Luego, después, anegamos al resto. (120)

Ciertamente, hay en ello un signo, pero la mayoría no creen. (121)

En verdad, tu Señor es el Poderoso. el Misericordioso. (122)

Los aditas desmintieron a los enviados. (123)

Cuando su hermano Hud les dijo: «¿Es que no vais a temer a Alá? (124)

Tenéis en mí a un enviado digno de confianza. (125)

¡Temed, pues, a Alá y obedecedme! (126)

No os pido por ello ningún salario. Mi salario no incumbe sino al Señor del universo. (127)

¡Construís en cada colina un monumento para divertiros (128)

y hacéis construcciones esperando, quizá, ser inmortales? (129)

Cuando usáis de violencia lo hacéis sin piedad. (130)

¡Temed, pues, a Alá y obedecedme! (131)

¡Temed a Quien os ha proveído de lo que sabéis: (132)

de rebaños e hijos varones, (133)

de jardines y fuentes! (134)

¡Temo por vosotros el castigo de un día terrible!» (135)

Dijeron: «¡Nos da lo mismo que nos amonestes o no! (136)

No hacemos sino lo que acostumbraban a hacer los antiguos. (137)

¡No se nos castigará!» (138)

Le desmintieron y les aniquilamos. Ciertamente, hay en ello un signo, pero la mayoría no creen. (139)

En verdad, tu Señor es el Poderoso, el Misericordioso. (140)

Los tamudeos desmintieron a los enviados. (141)

Cuando su hermano Salih les dijo: «¿Es que no vais a temer a Alá? (142)

Tenéis en mí a un enviado digno de confianza. (143)

¡Temed, pues, a Alá y obedecedme! (144)

No os pido por ello ningún salario. Mi salario no incumbe sino al Señor del universo. (145)

¿Se os va a dejar en seguridad con lo que aquí abajo tenéis, (146)

entre jardines y fuentes, (147)

entre campos cultivados y esbeltas palmeras, (148)

y continuaréis excavando, hábilmente, casas en las montañas? (149)

¡Temed, pues, a Alá y obedecedme! (150)

¡No obedezcáis las órdenes de los inmoderados, (151)

que corrompen en la tierra y no la reforman!» (152)

Dijeron: «¡Eres sólo un hechizado! (153)

¡No eres sino un mortal como nosotros! ¡Trae un signo, si es verdad lo que dices!» (154)

Dijo: «He aquí una camella. Un día le tocará beber a ella y otro día a vosotros. (155)

¡No le hagáis mal! ¡Si no, os sorprenderá el castigo de un día terrible!» (156)

Pero ellos la desjarretaron... y se arrepintieron. (157)

Y les sorprendió el Castigo. Ciertamente, hay en ello un signo, pero la mayoría no creen. (158)

¡En verdad, tu Señor es el Poderoso, el Misericordioso! (159)

El pueblo de Lot desmintió a los enviados. (160)

Cuando su hermano Lot les dijo: «¿Es que no vais a temer a Alá? (161)

Tenéis en mí a un enviado digno de confianza. (162)

¡Temed, pues, a Alá y obedecedme! (163)

No os pido por ello ningún salario. Mi salario no incumbe sino al Señor del universo. (164)

¿Os llegáis a los varones, de las criaturas, (165)

y descuidáis a vuestras esposas, que vuestro Señor ha creado para vosotros? Sí, sois gente que viola la ley». (166)

Dijeron: «Si no paras, Lot, serás, ciertamente, expulsado». (167)

Dijo: «Detesto vuestra conducta. (168)

¡Señor! ¡Sálvanos, a mí y a mi familia, de lo que hacen!» (169)

Y les salvamos, a él y a su familia, a todos, (170)

salvo a una vieja entre los que se rezagaron. (171)

Luego, aniquilamos a los demás. (172)

E hicimos llover sobre ellos una lluvia. ¡Lluvia fatal para los que habían sido advertidos! (173)

Ciertamente, hay en ello un signo, pero la mayoría no creen. (174)

¡En verdad tu Señor es el Poderoso, el Misericordioso! (175)

Los habitantes de la Espesura desmintieron a los enviados. (176)

Cuando Suayb les dijo: «¡Es que no vais a temer a Alá? (177)

Tenéis en mí a un enviado digno de confianza. (178)

¡Temed, pues, a Alá y obedecedme! (179)

No os pido por ello ningún salario. Mi salario no incumbe sino al Señor del universo. (180)

¡Dad la medida justa, no hagáis trampa! (181)

¡Pesad con una balanza exacta! (182)

¡No dañeis a nadie en sus cosas y no obréis mal en la tierra corrompiendo! (183)

¡Temed a Quien os ha creado, a vosotros y a las generaciones antiguas!» (184)

Dijeron: «Eres sólo un hechizado. (185)

No eres sino un mortal como nosotros. Creemos que mientes. (186)

Si es verdad lo que dices, ¡haz que caiga sobre nosotros parte del cielo!» (187)

Dijo: «Mi Señor sabe bien lo que hacéis». (188)

Le desmintieron. Y el castigo del día de la Sombra les sorprendió: fue el castigo de un día terrible. (189)

Ciertamente, hay en ello un signo, pero la mayoría no creen. (190)

¡En verdad, tu Señor es el Poderoso, el Misericordioso! (191)

Es, en verdad, la Revelación del Señor del universo. (192)

El Espíritu digno de confianza lo ha bajado (193)

a tu corazón, para que seas uno que advierte. (194)

En lengua árabe clara, (195)

y estaba, ciertamente, en las Escrituras de los antiguos. (196)

¿No es para ellos un signo que los doctores de los Hijos de Israel lo conozcan? (197)

Si lo hubiéramos revelado a uno no árabe (198)

y éste se lo hubiera recitado, no habrían creído en él. (199)

Así se lo hemos insinuado a los pecadores, (200)

pero no creerán en él hasta que vean el castigo doloroso, (201)

que les vendrá de repente, sin presentirlo. (202)

Entonces, dirán: «¿Se nos diferirá?» (203)

¿Quieren, entonces, adelantar Nuestro castigo? (204)

Y ¿qué te parece? Si les dejáramos gozar durante años (205)

y, luego, se cumpliera en ellos la amenaza, (206)

no les serviría de nada el haber disfrutado tanto. (207)

No hemos destruido nunca una ciudad sin haberle enviado antes quienes advirtieran, (208)

como amonestación. No somos injustos. (209)

No son los demonios quienes lo han bajado: (210)

ni les estaba bien, ni podían hacerlo. (211)

Están, en verdad, lejos de oírlo. (212)

No invoques a otros dioses junto con Alá si no, serás castigado. (213)

Advierte a los miembros más allegados de tu tribu. (214)

Sé benévolo con los creyentes que te siguen. (215)

Si te desobedecen, di: «Soy inocente de lo que hacéis». (216)

Confía en el Poderoso, el Misericordioso, (217)

Que te ve cuando estás de pie (218)

y ve las posturas que adoptas entre los que se prosternan. (219)

Él es Quien todo lo oye, Quien todo lo sabe. (220)

¿Tengo que informaros de sobre quién descienden los demonios? (221)

Descienden sobre todo mentiroso pecador. (222)

Aguzan el oído... Y la mayoría mienten. (223)

En cuanto a los poetas, les siguen los descarriados. (224)

¿No has visto que van errando por todos los valles (225)

y que dicen lo que no hacen? (226)

No son así los que creen, obran bien, recuerdan mucho a Alá y se defienden cuando son tratados injustamente. ¡Los impíos verán pronto la suerte que les espera! (227)