Oficina de enlace del Gran Ayatolá Sayyid Ali Al Sistani (L.M.H.L) en Londres, Europa, América del Norte y del Sur.
´lms. (1)
Ésta es una Escritura que se te ha revelado -¡no te apures por ella!-, para que adviertas por ella, y como amonestación para los creyentes. (2)
¡Seguid lo que vuestro Señor os ha revelado y no sigáis a otros amigos en lugar de seguirle a Él! ¡Qué poco os dejáis amonestar! (3)
¡Cuántas ciudades hemos destruido! Les alcanzó Nuestro rigor de noche o durante la siesta. (4)
Cuando les alcanzó Nuestro rigor, no gritaron más que: «¡Fuimos impíos!». (5)
Pediremos, ciertamente, responsabilidades a aquéllos a quienes mandamos enviados, como también a los enviados. (6)
Les contaremos, ciertamente, con conocimiento. No estábamos ausentes. (7)
La pesa ese día será la Verdad. Aquéllos cuyas obras pesen mucho serán los que prosperen, (8)
mientras que aquéllos cuyas obras pesen poco perderán, porque obraron impíamente con Nuestros signos. (9)
Os hemos dado poderío en la tierra y os hemos puesto en ella medios de subsistencia. ¡Qué poco agradecidos sois! (10)
Y os creamos. Luego, os formamos. Luego dijimos a los ángeles: «¡Prosternaos ante Adán!» Se prosternaron, excepto Iblis. No fue de los que se prosternaron. (11)
Dijo: «¿Qué es lo que te ha impedido prosternarte cuando Yo te lo he ordenado?» Dijo: «Es que soy mejor que él. A mí me creaste de fuego, mientras que a él le creaste de arcilla». (12)
Dijo: «Desciende, pues, de aquí! ¡No vas a echártelas de soberbio en este lugar...! ¡Sal, pues, eres de los despreciables!» (13)
Dijo: «¡Déjame esperar hasta el día de la Resurreción!» (14)
Dijo: «¡Cuéntate entre aquellos a quienes es dado esperar!» (15)
Dijo: «Como me has descarriado, he de acecharles en Tu vía recta. (16)
He de atacarles por delante y por detrás, por la derecha y por la izquierda. Y verás que la mayoría no son agradecidos». (17)
Dijo: «¡Sal de aquí, detestable, vil! ¡He de llenar la gehena de tus secuaces ¡De todos vosotros!» (18)
«¡Adán! ¡Habita con tu esposa en el Jardín y comed de lo que queráis, pero no os acerquéis a este árbol! Si no, seréis de los impíos». (19)
Pero el Demonio les insinuó el mal, mostrándoles su escondida desnudez, y dijo: «Vuestro Señor no os ha prohibido acercaros a este árbol sino por temor de que os convirtáis en ángeles u os hagáis inmortales». (20)
Y les juró: «¡De veras, os aconsejo bien!» (21)
Les hizo, pues, caer dolosamente. Y cuando hubieron gustado ambos del árbol, se les reveló su desnudez y comenzaron a cubrirse con hojas del Jardín. Su Señor les llamó: «¿No os había prohibido ese árbol y dicho que el Demonio era para vosotros un enemigo declarado?» (22)
Dijeron: «¡Señor! Hemos sido injustos con nosostros mismos. Si no nos perdonas y Te apiadas de nosotros, seremos, ciertamente, de los que pierden». (23)
Dijo: «¡Descended! Seréis enemigos unos de otros. La tierra será por algún tiempo vuestra morada y lugar de disfrute» (24)
Dijo: «En ella viviréis, en ella moriréis y de ella se os sacará». (25)
¡Hijos de Adán! Hemos hecho bajar para vosotros una vestidura para cubrir vuestra desnudez y para ornato. Pero la vestidura del temor de Alá, ésa es mejor. Ése es uno de los signos de Alá. Quizás, así, se dejen amonestar. (26)
¡Hijos de Adán! Que el Demonio no os tiente, como cuando sacó a vuestros padres del Jardín, despojándoles de su vestidura para mostrarles su desnudez. Él y su hueste os ven desde donde vosotros no les veis. A los que no creen les hemos dado los demonios como amigos. (27)
Cuando cometen una deshonestidad, dicen: «Encontramos a nuestros padres haciendo lo mismo y Alá nos lo ha ordenado». Di: «Ciertamente, Alá no ordena la deshonestidad. ¿Decís contra Alá lo que no sabéis?» (28)
Di: «Mi Señor ordena la equidad. Dirigíos a Él siempre que oréis e invocadle rindiéndole culto sincero. Así como os ha creado, volveréis». (29)
Ha dirigido a unos, pero otros han merecido extraviarse. Éstos han tomado como amigos a los demonios, en lugar de tomar a Alá, y creen ser bien dirigidos. (30)
¡Hijos de Adán! ¡Atended a vuestro atavío siempre que oréis! ¡Comed y bebed, pero no cometáis excesos, que Él no ama a los inmoderados! (31)
Di: «,Quién ha prohibido los adornos que Alá ha producido para Sus siervos y las cosas buenas de que os ha proveído?» Di: «Esto es para los creyentes mientras vivan la vida de acá, pero, en particular, para el día de la Resurrección». Así es como explicamos con detalle las aleyas a gente que sabe. (32)
Di: «Mi Señor prohíbe sólo las deshonestidades, tanto las públicas como las ocultas, el pecado, la opresión injusta, que asociéis a Alá algo a lo que Él no ha conferido autoridad y que digáis contra Alá lo que no sabéis». (33)
Cada comunidad tiene un plazo. Y cuando vence su plazo, no pueden retrasarlo ni adelantarlo una hora. (34)
¡Hijos de Adán! Si vienen a vosotros enviados salidos de vosotros contándoos Mis signos, quienes temen a Alá y se enmiendan no tienen que temer y no estarán tristes. (35)
Pero quienes hayan desmentido Nuestros signos y se hayan apartado altivamente de ellos, ésos morarán en el Fuego eternamente. (36)
¿Hay alguien que sea más impío que quien inventa una mentira contra Alá o niega Sus signos? Ésos tendrán la suerte a que han sido destinados. Cuando, al fin, Nuestros enviados vengan a ellos para llamarles, dirán: «¿Dónde está lo que invocabais en lugar de invocar a Alá?» Ellos dirán: «¡Nos han abandonado!» Entonces, atestiguarán contra sí mismos su incredulidad. (37)
Dirá «¡Entrad en el Fuego a reuniros con las comunidades de genios y hombres que os han precedido!» Siempre que una comunidad entra, maldice a su hermana. Cuando, al fin, se encuentren allí todas, la última en llegar dirá de la primera: «¡Señor! Éstos son quienes nos extraviaron. Dóblales, pues, el castigo del Fuego». Dirá: «Todos reciben el doble. Pero vosotros no sabéis». (38)
La primera de ellas dirá a la última: «No gozáis de ningún privilegio sobre nosotros. Gustad, pues, el castigo que habéis merecido». (39)
A quienes hayan desmentido Nuestros signos y se hayan apartado altivamente de ellos, no se les abrirán las puertas del cielo ni entrarán en el Jardín hasta que entre un camello en el ojo de una aguja. Así retribuiremos a los pecadores. (40)
Tendrán la gehena por lecho y, por encima, cobertores. Así retribuiremos a los impíos. (41)
Quienes creyeron y obraron bien- a nadie pedimos sino según sus posibilidades-. ésos morarán en el Jardín eternamente. (42)
Extirparemos el rencor que quede en sus pechos. Fluirán arroyos a sus pies. Dirán: «¡Alabado sea Alá, Que nos ha dirigido acá! No habríamos sido bien dirigidos si no nos hubiera dirigido Alá. Los enviados de nuestro Señor bien que trajeron la Verdad». Y se les llamará: «Éste es el Jardín. Lo habéis heredado en premio a vuestras obras». (43)
Los moradores del Jardín llamarán a los moradores del Fuego: «Hemos encontrado que era verdad lo que nuestro Señor nos había prometido. Y vosotros, ¿ habéis encontrado si era verdad lo que vuestro Señor os había prometido?» «¡Si!», dirán. Entonces, un voceador pregonará entre ellos: «¡Que la maldición de Alá caiga sobre los impíos. (44)
que desvían a otros del camino de Alá, deseando que sea tortuoso, y no creen en la otra vida!» (45)
Hay entre los dos un velo. En los lugares elevados habrá hombres que reconocerán a todos por sus rasgos distintivos y que llamarán a los moradores del Jardín: «¡Paz sobre vosotros!» No entrarán en él, por mucho que lo deseen. (46)
Cuando sus miradas se vuelvan hacia los moradores del Fuego, dirán: «¡Señor! ¡No nos pongas con el pueblo impío» (47)
Y los moradores de los lugares elevados llamarán a hombres que reconozcan por sus rasgos distintivos. Dirán: «Lo que habéis acumulado y vuestra altivez no os han servido de nada. (48)
¿Son éstos aquéllos de quienes jurabais que Alá no iba a apiadarse de ellos?» «¡Entrad en el Jardín! No tenéis que temer y no estaréis tristes». (49)
Los moradores del Fuego gritarán a los moradores del Jardín: «¡Derramad sobre nosotros algo de agua o algo de lo que Alá os ha proveído!» Dirán: «Alá ha prohibido ambas cosas a los infieles, (50)
que tomaron su religión a distracción y juego, a quienes la vida de acá engañó». Hoy les olvidaremos, como ellos olvidaron que les llegaría este día y negaron Nuestros signos. (51)
Les trajimos una Escritura, que explicamos detalladamente, con pleno conocimiento, como dirección y misericordia para gente que cree. (52)
¿Esperan otra cosa que su cumplimiento? El día que se cumpla, los que antes la olvidaron dirán: «Los enviados de nuestro Señor bien que trajeron la Verdad ¿Tenemos ahora intercesores que intercedan por nosotros o se nos podría devolver y obraríamos de modo diferente al que obramos?» Se han perdido a sí mismos y se han esfumado sus invenciones. (53)
Vuestro Señor es Alá, Que ha creado los cielos y la tierra en seis días. Luego, se ha instalado en el Trono. Cubre el día con la noche, que le sigue rápidamente. Y el sol, la luna y las estrellas, sujetos por Su orden. ¿No son Suyas la creación y la orden? ¡Bendito sea Alá, Señor del universo! (54)
¡Invocad a vuestro Señor humilde y secretamente! Él no ama a quienes violan la ley. (55)
¡No corrompáis en la tierra después de reformada! ¡Invocadle con temor y anhelo! La misericordia de Alá está cerca de quienes hacen el bien. (56)
Es Él quien envía los vientos como nuncios que preceden a Su misericordia. Cuando están cargados de nubes pesadas, las empujamos a un país muerto y hacemos que llueva en él y que salgan, gracias al agua, frutos de todas clases. Así haremos salir a los muertos. Quizás así, os dejéis amonestar. (57)
La vegetación de un país bueno sale con la ayuda de su Señor, mientras que de un país malo sale pero escasa. Así explicamos los signos a gente que agradece. (58)
Enviamos Noé a su pueblo. Dijo: «¡Pueblo! ¡Servid a Alá! No tenéis a ningún otro dios que a Él. Temo por vosotros el castigo de un día terrible». (59)
Los dignatarios de su pueblo dijeron: «Sí, vemos que estás evidentemente extraviado». (60)
Dijo: «¡Puebla! No estoy extraviado, antes bien he sido enviado por el Señor del universo. (61)
Os comunico los mensajes de mi Señor y os aconsejo bien. Y sé por Alá lo que vosotros no sabéis. (62)
¿Os maravilláis de que os haya llegado una amonestación de vuestro Señor, por medio de un hombre salido de vosotros, para advertiros y para que temáis a Alá y, quizás, así, se os tenga piedad?» (63)
Pero le desmintieron. Así, pues, les salvamos, a él y a quienes estaban con él en la nave, y anegamos a quienes habían desmentido Nuestros signos. Eran, en verdad, un pueblo ciego. (64)
Y a los aditas su hermano Hud. Dijo: «¡Pueblo! ¡Servid a Alá! No tenéis a ningún otro dios que a Él. ¿No vais a temerle?» (65)
Los dignatarios de su pueblo, que no creían, dijeron: «Vemos que estás tonto y, sí, creemos que eres de los que mienten». (66)
Dijo: «¡Pueblo! No estoy tonto. Antes bien, he sido enviado por el Señor del universo. (67)
Os comunico los mensajes de mi Señor y os aconsejo fielmente. (68)
¿Os maravilláis de que os haya llegado una amonestación de vuestro Señor por medio de un hombre salido de vosotros para advertiros? Y recordad cuando os hizo sucesores después del pueblo de Noé y os hizo corpulentos. ¡Recordad, pues, los beneficios de Alá! Quizás, así, prosperéis». (69)
Dijeron: «¿Has venido a nosotros para que sirvamos a Alá Solo y renunciemos a aquéllos que nuestros padres servían? Tráenos, pues, aquello con que nos amenazas, si es verdad lo que dices». (70)
Dijo: «¡Que la indignación y la ira de vuestro Señor caigan sobre vosotros! ¿Disputaréis conmigo sobre los nombres que habéis puesto, vosotros y vuestros padres? Alá no les ha conferido ninguna autoridad. ¡Y esperad! Yo también soy de los que esperan». (71)
Así, pues, salvamos a él y a los que con él estaban por una misericordia venida de Nosotros. Y extirpamos a quienes habían desmentido Nuestros signos y no eran creyentes. (72)
Y a los tamudeos su hermano Salih. Dijo: «¡Pueblo! ¡Servid a Alá! No tenéis a ningún otro dios que a Él. Os ha venido de vuestro Señor una prueba: es la camella de Alá, que será signo para vosotros, ¡Dejadla que pazca en la tierra de Alá y no le hagáis mal! Si no, os alcanzará un castigo doloroso. (73)
Recordad cuando os hizo sucesores, después de los aditas y os estableció en la tierra. Edificasteis palacios en las llanuras y excavasteis casas en las montañas. Recordad los beneficios de Alá y no obréis mal en la tierra corrompiendo». (74)
Los dignatarios de su pueblo, altivos, dijeron a los débiles que habían creído: «¿Sabéis si Salih ha sido enviado por su Señor?». Dijeron: «Creemos en el mensaje que se le ha confiado». (75)
Los altivos dijeron: «Pues nosotros no creemos en lo que vosotros creéis». (76)
Y desjarretaron la camella e infringieron la orden de su Señor, diciendo: «¡Salih! ¡Tráenos aquello con que nos amenazas, si de verdad eres de los enviados!» (77)
Les sorprendió el Temblor y amanecieron muertos en sus casas. (78)
Se alejó de ellos, diciendo: «Pueblo! Os he comunicado el mensaje de mi Señor y os he aconsejado bien, pero no amáis a los buenos consejeros». (79)
Y a Lot. Cuando dijo a su pueblo: «¿Cometéis una deshonestidad que ninguna criatura ha cometido antes? (80)
Ciertamente, por concupiscencia, os llegáis a los hombres en lugar de llegaros a las mujeres. ¡Sí, sois un pueblo inmoderado!» (81)
Lo único que respondió su pueblo fue: «¡Expulsadles de la ciudad! ¡Son gente que se las da de puros!» (82)
Y les salvamos, a él y a su familia, salvo a su mujer, que fue de los que se rezagaron. (83)
E hicimos llover sobre ellos una lluvia: ¡Y mira cómo terminaron los pecadores! (84)
Y a los madianitas su hermano Suayb. Dijo: «¡Pueblo! ¡Servid a Alá! No tenéis a ningún otro dios que a Él. Os ha venido, de vuestro Señor, una prueba. ¡Dad la medida y el peso justos, no defraudéis a los hombres en sus bienes! ¡No corrompáis en la tierra después de reformada! Eso es mejor para vosotros, si es que sois creyentes. (85)
No acechéis en cada vía a quienes creen en Él, amenazándoles y desviándoles del camino de Alá, deseando que sea tortuoso. Y recordad, cuando erais pocos y Él os multiplicó. ¡Y mirad cómo terminaron los corruptores! (86)
Y si algunos de vosotros creen en el mensaje que se me ha confiado y otros no, tened paciencia hasta que Alá decida entre nosotros. Él es el Mejor en decidir». (87)
Los dignatarios del pueblo, altivos, dijeron: «Hemos de expulsarte de nuestra ciudad, Suayb, y a los que contigo han creído, a menos que volváis a nuestra religión». Suayb dijo: «¿Aun si no nos gusta? (88)
Inventaríamos una mentira contra Alá si volviéramos a vuestra religión después de habernos salvado Alá de ella. No podemos volver a ella, a menos que Alá nuestro Señor lo quiera. Nuestro Señor lo abarca todo en Su ciencia. ¡Confiamos en Alá! ¡Señor, falla según Justicia entre nosotros y nuestro pueblo! Tú eres Quien mejor falla». (89)
Los dignatarios de su pueblo, que no creían, dijeron: «Si seguís a Suayb, estáis perdidos...» (90)
Les sorprendió el Temblor y amanecieron muertos en sus casas. (91)
Fue como si los que habían desmentido a Suayb no hubieran habitado en ellas. Los que habían desmentido a Suayb fueron los que perdieron. (92)
Se alejó de ellos, diciendo: «¡Pueblo! Os he comunicado los mensajes de mi Señor y os he aconsejado bien. ¿Cómo voy a sentirlo ahora por gente infiel?» (93)
No enviamos a ningún profeta a ciudad que no infligiéramos a su población miseria y desgracia -quizás, así se humillaran-, (94)
y que no cambiáramos, a continuación, el mal por el bien hasta que olvidaran lo ocurrido y dijeran: «La desgracia y la dicha alcanzaron también a nuestros padres». Entonces, nos apoderábamos de ellos por sorpresa sin que se apercibieran. (95)
Si los habitantes de las ciudades hubieran creído y temido a Alá, habríamos derramado sobre ellos bendiciones del cielo y de la tierra, pero desmintieron y nos apoderamos de ellos por lo que habían cometido. (96)
¿Es que los habitantes de las ciudades están a salvo de que Nuestro rigor les alcance de noche, mientras duermen? (97)
¿O están a salvo los habitantes de las ciudades de que Nuestro rigor les alcance de día, mientras juegan? (98)
¿Es que están a salvo de la intriga de Alá? Nadie está a salvo de la intriga de Alá, sino los que pierden. (99)
¿No hemos indicado a los que han heredado la tierra después de sus anteriores ocupantes que, si Nosotros quisiéramos. les afligiríamos por sus pecados, sellando sus corazones de modo que no pudieran oír? (100)
Ésas son las ciudades de las que te hemos contado algunas cosas. Vinieron a ellas sus enviados con las pruebas claras, pero no estaban para creer en lo que antes habían desmentido. Así sella Alá los corazones de los infieles. (101)
No hemos encontrado en la mayoría de ellos fidelidad a una alianza, pero si hemos encontrado que la mayoría son unos perversos. (102)
Luego, después de ellos, enviamos a Moisés con Nuestros signos a Faraón y a sus dignatarios, pero fueron injustos con ellos. ¡Y mira cómo terminaron los corruptores! (103)
Moisés dijo: «Faraón! He sido enviado por el Señor del universo. (104)
No debo decir nada contra Alá, sino la verdad. Os he traído una prueba clara de vuestro Señor. Deja marchar conmigo a los Hijos de Israel». (105)
Dijo: «Si has traído un signo, muéstralo, si es verdad lo que dices». (106)
Tiró su vara y se convirtió en auténtica serpiente. (107)
Sacó su mano y he aquí que apareció blanca a los ojos de los presentes. (108)
Los dignatarios del pueblo de Faraón dijeron: «Sí, éste es un mago entendido. (109)
Quiere expulsaros de vuestra tierra ¿Qué ordenáis?» (110)
Dijeron: «¡Dales largas, a él y a su hermano, y envía a las ciudades a agentes que convoquen, (111)
que te traigan a todo mago entendido!» (112)
Los magos vinieron a Faraón y dijeron: «Tiene que haber una recompensa para nosotros si vencemos». (113)
Dijo: «Sí, y seréis, ciertamente, de mis allegados». (114)
Dijeron: «¡Moisés! ,Tiras tú o tiramos nosotros?» (115)
Dijo: «¡Tirad vosotros!» Y, cuando tiraron fascinaron los ojos de la gente y les aterrorizaron. Vinieron con un encantamiento poderoso. (116)
E inspiramos a Moisés: «¡Tira tu vara!» Y he aquí que ésta engulló sus mentiras. (117)
Y se cumplió la Verdad y resultó inútil lo que habían hecho. (118)
Fueron, así, vencidos y se retiraron humillados. (119)
Los magos cayeron prosternados (120)
Dijeron: «Creemos en el Señor del universo, (121)
el Señor de Moisés y de Aarón». (122)
Faraón dijo: «¡Habéis creído en él antes de que yo os autorizara! Ésta es, ciertamente, una intriga que habéis urdido en la ciudad para sacar de ella a su población, pero vais a ver... (123)
He de haceros amputar las manos y los pies opuestos. Luego he de haceros crucificar a todos». (124)
Dijeron: «Ciertamente, volveremos a nuestro Señor. (125)
Te vengas de nosotros sólo porque hemos creído en los signos de nuestro Señor cuando han venido a nosotros. ¡Señor! Infunde en nosotros paciencia y haz que cuando muramos lo hagamos sometidos a Ti». (126)
Los dignatarios del pueblo de Faraón dijeron: «¿Dejaréis que Moisés y su pueblo corrompan en el país y os abandonen, a ti a y a tus dioses?» Dijo: «Mataremos sin piedad a sus hijos varones y dejaremos con vida a sus mujeres. Les podemos». (127)
Moisés dijo a su pueblo: «¡Implorad la ayuda de Alá y tened paciencia! La tierra es de Alá y se la da en herencia a quien Él quiere de Sus siervos. El fin es para los que temen a Alá». (128)
Dijeron: «Hemos sufrido antes de que tú vinieras a nosotros y luego de haber venido». Dijo: «Puede que vuestro Señor destruya a vuestro enemigo y os haga sucederles en la tierra para ver cómo actuáis». (129)
Infligimos al pueblo de Faraón años y escasez de frutos. Quizás así, se dejaran amonestar. (130)
Cuando les sonreía la fortuna, decían: «¡Esto es nuestro!». Pero, cuando les sucedía un mal, lo achacaban al mal agüero de Moisés y de quienes con él estaban. ¿Es que su suerte no dependía sólo de Alá? Pero la mayoría no sabían. (131)
Dijeron: «Sea cual sea el signo que nos traigas para hechizarnos con él, no te creeremos». (132)
Enviamos contra ellos la inundación, las langostas, los piojos, las ranas y la sangre, signos inteligibles. Pero fueron altivos, eran gente pecadora. (133)
Y, cuando cayó el castigo sobre ellos, dijeron: «¡Moisés! Ruega a tu Señor por nosotros en virtud de la alianza que ha concertado contigo. Si apartas el castigo de nosotros, creeremos, ciertamente, en ti y dejaremos que los Hijos de Israel partan contigo». (134)
Pero, cuando retiramos el castigo hasta que se cumpliera el plazo que debían observar, he aquí que quebrantaron su promesa. (135)
Nos vengamos de ellos anegándoles en el mar por haber desmentido Nuestros signos y por no haber hecho caso de ellos. (136)
Y dimos en herencia al pueblo que había sido humillado las tierras orientales y las occidentales, que Nosotros hemos bendecido. Y se cumplió la bella promesa de tu Señor a los Hijos de Israel, por haber tenido paciencia. Y destruimos lo que Faraón y su pueblo habían hecho y lo que habían construido. (137)
E hicimos que los Hijos de Israel atravesaran el mar y llegaron a una gente entregada al culto de sus ídolos. Dijeron: «¡Moisés! ¡Haznos un dios, como ellos tienen dioses!» «¡Sois un pueblo ignorante!», dijo. (138)
«Aquello en que estas gentes están va a ser destruido y sus obras serán vanas». (139)
Dijo: «¿Voy a buscaros un dios diferente de Alá, siendo así que Él os ha distinguido entre todos los pueblos?» (140)
Y cuando os salvamos de las gentes de Faraón, que os sometían a duro castigo, matando sin piedad a vuestros hijos varones y dejando con vida a vuestras mujeres. Con esto os probó vuestro Señor duramente. (141)
Y nos dimos cita con Moisés durante treinta días, que completamos con otros diez. Así, la duración con su Señor fue de cuarenta días. Moisés dijo a su hermano Aarón: «Haz mis veces en mi pueblo, obra bien y no imites a los corruptores». (142)
Cuando Moisés acudió a Nuestro encuentro y su Señor le hubo hablado, dijo: «¡Señor! ¡Muéstrate a mí, que pueda mirarte!» Dijo: «¡No Me verás! ¡Mira, en cambio, la montaña! Si continúa firme en su sitio, entonces Me verás». Pero, cuando su Señor se manifestó a la montaña, la pulverizó y Moisés cayó al suelo fulminando. Cuando volvió en si dijo: «¡Gloria a Ti! Me arrepiento y soy el primero de los que creen». (143)
Dijo: «¡Moisés! Con Mis mensajes y con haberte hablado, te he escogido entre todos los hombres. ¡Coge, pues, lo que te doy y sé de los agradecidos!» (144)
Y le escribimos en las Tablas una exhortación sobre todo y una explicación detallada de todo. «Cógelas, pues, con fuerza y ordena a tu pueblo que coja lo mejor de ellas». Yo os haré ver la morada de los perversos. (145)
Apartaré de Mis signos a quienes se ensoberbezcan sin razón en la tierra. Sea cual sea el signo que ven, no creen en él. Si ven el camino de la buena dirección, no lo toman como camino, pero si ven el camino del descarrío, sí que lo toman como camino. Y esto es así porque han desmentido Nuestros signos y no han hecho caso de ellos. (146)
Vanas serán las obras de quienes desmintieron Nuestros signos y la existencia de la otra vida. ¿Podrán ser retribuidos por otra cosa que por lo que hicieron? (147)
Y el pueblo de Moisés, ido éste, hizo un ternero de sus aderezos, un cuerpo que mugía. ¿Es que no vieron que no les hablaba ni les dirigía? Lo cogieron y obraron impíamente. (148)
Y, cuando se arrepintieron y vieron que se habían extraviado, dijeron: «Si nuestro Señor no se apiada de nosotros y nos perdona, seremos, ciertamente, de los que pierden». (149)
Y, cuando Moisés regresó a su pueblo, airado y dolido, dijo: «¡Qué mal os habéis portado, luego de irme y dejaros! ¿Es que queréis adelantar el juicio de vuestro Señor?» Y arrojó las Tablas y, cogiendo de la cabeza a su hermano, lo arrastró hacia sí. Dijo: «¡Hijo de mi madre! La gente me ha humillado y casi me mata. ¡No hagas, pues, que los enemigos se alegren de mi desgracia! ¡No me pongas con el pueblo impío!» (150)
Dijo: «¡Señor! ¡Perdónanos a mí y a mi hermano, e introdúcenos en Tu misericordia! Tú eres la Suma Misericordia». (151)
A quienes cogieron el ternero les alcanzará la ira de su Señor y la humillación en la vida de acá. Así retribuiremos a los que inventan. (152)
Con quienes, habiendo obrado mal, luego se arrepientan y crean, tu Señor será, sí, indulgente, misericordioso. (153)
Cuando se calmó la ira de Moisés cogió las Tablas. Su texto contiene dirección y misericordia para quienes temen a su Señor. (154)
Moisés eligió de su pueblo a setenta hombres para asistir a Nuestro encuentro. Cuando les sorprendió el Temblor dijo: «¡Señor! Si hubieras querido, les habrías hecho perecer antes y a mí también. ¿Vas a hacernos perecer por lo que han hecho los tontos de nuestro pueblo? Esto no es más que una prueba Tuya, que Te sirve para extraviar o dirigir a quien quieres. ¡Tú eres nuestro Amigo! Perdónanos, pues, y apiádate de nosotros! Nadie perdona tan bien como Tú. (155)
Destínanos bien en la vida de acá y en la otra. Nos hemos vuelto a Ti». Dijo: «Inflijo Mi castigo a quien quiero, pero Mi misericordia es omnímoda». Destinaré a ella a quienes teman a Alá y den el azaque y a quienes crean en Nuestros signos. (156)
a quienes sigan al Enviado, el Profeta de los gentiles, a quien ven mencionado en sus textos: en la Tora y en el Evangelio, que les ordena lo que está bien y les prohíbe lo que está mal, les declara lícitas las cosas buenas e ilícitas las impuras, y les libera de sus cargas y de las cadenas que sobre ellos pesaban. Los que crean en él, le sostengan y auxilien, los que sigan la Luz enviada abajo con él, ésos prosperarán. (157)
Di: «¡Hombres Yo soy el Enviado de Alá a todos vosotros, de Aquél a Quien pertenece el dominio de los cielos y de la tierra. No hay más dios que Él. Él da la vida y da la muerte. ¡Creed, pues, en Alá y en su Enviado, el Profeta de los gentiles, que cree en Alá y en Sus palabras! ¡Y seguidle! Quizás, así, seáis bien dirigidos». (158)
En el pueblo de Moisés había una comunidad que se dirigía según la Verdad, y que, gracias a ella, observaba la justicia. (159)
Los dividimos en doce tribus, como comunidades. Cuando el pueblo pidió agua a Moisés, inspiramos a éste «¡Golpea la roca con tu vara!». Y brotaron de ella doce manantiales. Todos sabían de cuál debían beber. Hicimos que se les nublara y les enviamos de lo alto el maná y las codornices: «¡Comed de las cosas buenas de que os hemos proveído.» Y no fueron injustos con Nosotros, sino que lo fueron consigo mismos. (160)
Y cuando se les dijo: «Habitad en esta ciudad y comed cuanto queráis de lo que en ella haya. Decid ´¡Perdón!´ ¡Entrad por la puerta prosternándoos! Os perdonaremos vuestros pecados y daremos más a los que hagan el bien». (161)
Pero los impíos de ellos cambiaron por otras las palabras ¡que se les habían dicho y les enviamos un castigo del cielo por haber obrado impíamente. (162)
Y pregúntales por aquella ciudad, a orillas del mar, cuyos habitantes violaban el sábado. Los sábados venían a ellos los peces a flor de agua y los otros días no venían a ellos. Les probamos así por haber obrado perversamente. (163)
Y cuando unos dijeron: «¿Por qué exhortáis a un pueblo que Alá va a hacer perecer o a castigar severamente?» Dijeron: «Para que vuestro Señor nos disculpe. Quizás, así teman a Alá». (164)
Y, cuando hubieron olvidado lo que se les había recordado, salvamos a quienes habían prohibido el mal e infligimos un mal castigo a los impíos, por haber obrado perversamente. (165)
Y, cuando desatendieron las prohibiciones, les dijimos: «¡Convertíos en monos repugnantes!» (166)
Y cuando tu Señor anunció que enviaría, ciertamente, contra ellos hasta el día de la Resurrección a gente que les impusiera un duro castigo. Ciertamente, tu Señor es rápido en castigar, pero también es indulgente, misericordioso. (167)
Los dividimos en la tierra en comunidades. De ellos, había unos que eran justos y otros que no. Les probamos con bendiciones e infortunios. Quizás, así, se convirtieran. (168)
Sus sucesores, habiendo heredado la Escritura, se apoderan de los bienes de este mundo, diciendo: «Ya se nos perdonará». Y si se les ofrecen otros bienes, semejantes a los primeros, se apoderan también de ellos. ¿No se concertó con ellos el pacto de la Escritura , según el cual no dirían nada contra Alá sino la verdad? Y eso que han estudiado cuanto en ella hay... Pero la Morada Postrera es mejor para quienes temen a Alá - ¿es que no razonáis?-, (169)
para los que se aferran a la Escritura y hacen la azalá. No dejaremos de remunerar a quienes obren bien. (170)
Y cuando sacudimos la montaña sobre ellos como si hubiera sido un pabellón y creyeron que se les venía encima: «¡Coged con fuerza lo que os hemos dado y recordad bien su contenido! Quizás, así, temáis a Alá». (171)
Y cuando tu Señor sacó de los riñones de los hijos de Adán a su descendencia y les hizo atestiguar contra sí mismos: «¿No soy yo vuestro Señor?» Dijeron: «¡Claro que sí, damos fe!» No sea que dijerais el día de la Resurrección: «No habíamos reparado en ello». (172)
O que dijerais: «Nuestros padres eran ya asociadores y nosostros no somos más que sus descendientes. ¿Vas a hacernos perecer por lo que los falsarios han hecho?» (173)
Así explicamos las aleyas. Quizás así se conviertan. (174)
Cuéntales lo que pasó con aquél a quien dimos Nuestros signos y se deshizo de ellos. El Demonio le persiguió y fue de los descarriados. (175)
Si hubiéramos querido, le habríamos levantado con ellos. Pero se apegó a la tierra y siguió su pasión. Pasó con él como pasa con el perro: jadea lo mismo si le atacas que si le dejas en paz. Así es la gente que desmiente Nuestros signos. Cuéntales estas cosas. Quizás, así, reflexionen. (176)
¡Qué mal ejemplo da la gente que desmiente Nuestros signos y es injusta consigo misma! (177)
Aquél a quien Alá dirige está en el buen camino. Aquéllos, en cambio, a quienes Él extravía, son los que pierden. (178)
Hemos creado para la gehena a muchos de los genios y de los hombres. Tienen corazones con los que no comprenden, ojos con los que no ven, oídos con los que no oyen. Son como rebaños. No, aún más extraviados. Esos tales son los que no se preocupan. (179)
Alá posee los nombres más bellos. Empléalos, pues, para invocarle y apártate de quienes los profanen, que serán retribuidos con arreglo a sus obras. (180)
Entre nuestras criaturas hay una comunidad que se dirige según la Verdad y que, gracias a ella, observa la justicia. (181)
A quienes desmientan Nuestos signos les conduciremos paso a paso, sin que sepan como. (182)
Y les concedo una prórroga. Mi estratagema es segura. (183)
¿No reflexionan? Su paisano no es un poseso. Es sólo un monitor que habla claro. (184)
¿No han considerado el reino de los cielos y de la tierra y todo lo que Alá ha creado? ¿Y que tal vez se acerque su fin? ¿En qué anuncio, después de éste, van a creer? (185)
Aquél a quien Alá extravía, no podrá encontrar quien le dirija. Él les dejará que yerren ciegos en su rebeldía. (186)
Te preguntan por la Hora: «¿Cuándo llegará?» Di: «Sólo mi Señor tiene conocimiento de ella. Nadie sino Él la manifestará a su tiempo. Abruma en los cielos y en la tierra. No vendrá a vosotros sino de repente»,. Te preguntan a ti como si estuvieras bien enterado. Di: «Sólo Alá tiene conocimiento de ella». Pero la mayoría de los hombres no saben. (187)
Di: «Yo no dispongo de nada que pueda aprovecharme o dañarme sino tanto cuanto Alá quiera. Si yo conociera lo oculto, abundaría en bienes y no me alcazaría el mal. Pero no soy sino un monitor, un nuncio de buenas nuevas para gente que cree». (188)
Él es Quien os ha creado de una sola persona, de la que ha sacado a su cónyuge para que encuentre quietud en ella. Cuando yació con ella, ésta llevó una carga ligera, con la que iba de acá para allá; pero cuando se sintió pesada, invocaron ambos a Alá, su Señor. «Si nos das un hijo bueno, seremos, ciertamente, de los agradecidos. (189)
Pero, cuando les dio uno bueno, pusieron a Alá asociados en lo que Él les había dado. ¡Y Alá está por encima de lo que Le asocian! (190)
¿Le asocian dioses que no crean nada -antes bien, ellos mismos han sido creados- (191)
y que no pueden ni auxiliarles a ellos ni auxiliarse a sí mismos? (192)
Si les llamáis a la Dirección, no os siguen. Les da lo mismo que les llaméis o no. (193)
Aquéllos a quienes invocáis, en lugar de invocar a Alá, son siervos como vosotros. ¡Invocadles, pues, y que os escuchen, si es verdad lo que decís...! (194)
¿Tienen pies para andar, manos para asir, ojos para ver, oídos para oír? Di: «¡Invocad a vuestros asociados y urdid algo contra mí! ¡No me hagáis esperar! (195)
Mi amigo es Alá, Que ha revelado la Escritura y Que elige a los justos como amigos. (196)
Y los que vosotros invocáis, en lugar de invocarle a Él, no pueden auxiliaros a vosotros ni auxiliarse a sí mismos». (197)
¡Si les llamáis a la Dirección, no oyen. Les ves que te miran sin verte. (198)
¡Sé indulgente, prescribe el bien y apártate de los ignorantes! (199)
Si el Demonio te incita al mal, busca refugio en Alá. Él todo lo oye, todo lo sabe. (200)
Cuando los que temen a Alá sufren una aparición del Demonio, se dejan amonestar y ven claro. (201)
A sus hermanos, en cambio, persisten en mantenerles descarriados. (202)
Y si no les traes un signo, dicen: «¡Cómo! ¿Por qué no te has escogido uno?» Di: «Yo no hago más que seguir lo que mi Señor me revela». Ésas son pruebas visibles de vuestro Señor, dirección y misericordia para gente que cree. (203)
Y, cuando se recite el Corán, ¡escuchadlo en silencio! Quizás así se os tenga piedad. (204)
Invoca a tu Señor en tu interior, humilde y temerosamente, a media voz, mañana y tarde, y no seas de los despreocupados. (205)
Los que están junto a tu Señor no tienen a menos servirle. Le glorifican y se prosternan ante Él. (206)